lunes, 22 de septiembre de 2014

"Personalidades recias, libres y sacerdotales"

En este capítulo el Padre Boll nos descubre una de las habilidades del Fundador de Schoenstatt en su labor pedagógica, sobre todo con ocasión de sus charlas y conferencias a los grupos y personas del Movimiento: El Padre Kentenich solía referirse en sus palabras a situaciones concretas – según caso y adaptándose a la capacidad sicológica de sus oyentes –, aportando sin embargo en su presentación principios de amplio alcance y válidos en general que servirán de pauta y orientación para todos los oyentes. Es lo que ocurre con su primera charla, la de octubre de 1912 a los estudiantes a él confiados. La charla es conocida en Schoenstatt como “Acta de pre-fundación”.

Con el título de “PROGRAMA” (será también su programa de vida) recoge en una frase concisa y significativa del texto el mensaje central de su programa pedagógico y de vida: “Bajo la protección de María, queremos aprender a educarnos a nosotros mismos, para llegar a ser personalidades recias, libres y sacerdotales” (aquel día hablaba a seminaristas palotinos). El núcleo esencial de su proyecto se expresa en las palabras: “personalidades recias y libres”. A partir de aquí  y en un “diálogo educativo” con los educandos, el Padre Kentenich desarrollará todo un sistema pedagógico que perseguirá la formación del carácter y de la personalidad de cada uno, para despertar en el individuo actitudes espirituales básicas que le lleven a actuar según principios y valores claramente reconocidos y aceptados. Es importante tener en cuenta que éste diálogo pedagógico será ya anunciado a los jóvenes en la misma charla; él les dirá al respecto: “Queremos aprender. Por tanto, no solo ustedes, sino también yo. Queremos aprender unos de otros”.

Esta meta pedagógica es un aspecto esencial de la visión que tiene el Padre Kentenich sobre “el hombre nuevo en la nueva comunidad”. Con esta meta en el horizonte, el Padre Fundador busca ganarse a los jóvenes, y más tarde a todos sus hijos espirituales, para que se esfuercen en su autoeducación, en medio de un mundo caracterizado por descubrimientos y avances científicos fantásticos, y en cuya dinámica el hombre está perdido porque no es capaz de abarcar los mismos, dado que el desarrollo interior de las personas no ha podido mantener el ritmo del progreso mencionado. 

La solución que nos propone el Fundador es la de educar y autoeducarse para llegar a ser personalidades recias, autónomas y libres, que sepan decidirse por sí mismas y actuar según los principios y valores previamente reconocidos y aceptados. Al ser después consecuentes con los mismos, no seremos esclavos del ambiente, de la ciencia o del progreso, sino, al contrario, estaremos capacitados para encauzarlos y dominarlos en provecho y para el bien de cada uno y de los demás.

El trabajo con los seminaristas avanzará en los meses sucesivos. Basándose en la tradición de los jesuitas, el Padre Kentenich y los estudiantes fundaron en el seminario, después de un año de experiencias comunitarias (1913), una congregación mariana en la que los jóvenes desarrollarán en total libertad sus capacidades y pondrán en juego sus anhelos y fuerzas juveniles para prepararse como futuros misioneros palotinos. Con este fin buscaba y promovía el Padre Kentenich la autonomía e iniciativa de los estudiantes. En la charla mencionada se lo explicaba de esta forma: “Nosotros queremos, no yo. Porque en este sentido no haré nada, absolutamente nada, sin el pleno consentimiento de ustedes. No se trata aquí de un trabajo pasajero, sino que de una estructura que sirva para todas las generaciones futuras”.

Desde aquel día la meta pedagógica quedará definida, no sólo para los primeros congregantes sino para todos los miembros de la Familia de Schoenstatt: “Queremos aprender a educarnos bajo la protección de María como personalidades recias y libres”.

     

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