lunes, 6 de octubre de 2014

En diálogo con el Dios de la vida

En las páginas 45 a la 54 de su libro, el Padre Boll nos habla del “hombre de fe” que él encontró y admiró en José Kentenich. Así lo escribe: “Cuando se me regaló la oportunidad de conocer al Padre Kentenich y después, al poder trabajar junto a él, tuve desde el principio la impresión: aquí hay un hombre que cree de forma bien concreta en la acción de Dios en su vida y que se atreve a responder de forma activa a la misma.”

La imagen del Dios de la vida – junto a su talento pedagógico - es lo que caracteriza al fundador de Schoenstatt. En su presencia, y aunque no se hablara de temas de fe, se experimentaba de alguna forma la presencia de Dios. El Padre Kentenich llamaba a esta íntima vinculación a Dios “fe activa en la Providencia”. Hay que decir que esta característica apunta al núcleo de su personalidad y da forma a toda su espiritualidad.

El que entra en contacto con el Movimiento de Schoenstatt percibe rápidamente que cuando sus miembros hablan de la “Providencia”, se están refiriendo a algo más de lo que la Iglesia ha entendido hasta ahora en general cuando se nombraba a la “Providencia” o a la “fe en la Providencia”. Nuestra fe nos decía y nos dice que Dios tiene un plan concreto para la vida de cada persona y cada comunidad. Normalmente cuando se presentan los problemas, sufrimientos y dolores, nuestra fe en la Providencia nos ayuda a reconocer en ellos la mano providente de Dios, aunque no lo entendamos. Pero en cierta forma mostramos una actitud pasiva en la aceptación de lo ocurrido. ¡Es lo que Dios quiere! ¡Es su voluntad!, pensamos y decimos.

El hombre de una “fe activa en la Providencia” (también se dice: “fe práctica en la Providencia”) va más allá de la concepción antes citada. De la mano del Padre Kentenich sabe que Dios tiene previsto desde toda la eternidad un plan concreto para cada persona, pero que el mismo Dios supedita la realización de ese plan a la activa colaboración de la persona. Ese Dios de la vida entra en diálogo con el hombre a través de los acontecimientos concretos deseando provocar una respuesta humana. Dios quiere de alguna forma ganar al hombre para que “participe activamente en los acontecimientos”. Es evidente que en este diálogo el hombre se enfrenta a un riesgo importante: ¿habré entendido bien a Dios? El Padre Kentenich asumió el riesgo e invitaba y sigue invitando a la Iglesia de los nuevos tiempos y a sus miembros a que descubran y vivan según esta forma de fe activa en la Providencia.

Si se reflexiona sobre la historia del Movimiento de Schoenstatt hay que decir que este movimiento de renovación eclesial es hijo de la fe práctica en la Divina Providencia; el resultado de una iniciativa divina y de la respuesta que el Fundador y sus hijos han dado a la misma. Sin duda, esta fe constituye uno de los aportes más valiosos que Dios quiere regalar a la Iglesia de nuestro tiempo a través del Padre Kentenich: "una búsqueda activa del Dios de la vida y de la historia y una respuesta comprometida y arriesgada que involucra toda nuestra existencia. Es un auténtico camino de santidad para el hombre actual".


2 comentarios:

  1. Muy interesante. Paco, mucho ánimo con el Blog.

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  2. Ante la pregunta, "habré entendido bien a Dios? cabe comentar que en el diálogo con Dios vale la pena correr riesgos; si interpreto equivocadamente a Dios, no logaré la paz del corazón, y puedo intentar de nuevo. También ayuda la súplica incesante: Muéstrame claro lo que esperas de mi, Senor.

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